13 de Octubre, ni cases ni te embarques.
La felicidad tiene un sinónimo para mi, su nombre es café.
Recuerdo el primer día que tomé café (un frappuccino caramel de Starbucks con Ruth en Prepa), seguramente no era la primera vez que lo tomaba, pero recuerdo la primera sensación del rush de la cafeína en mi cuerpo.
Para explicarlo de una mejor manera, el rush fue un incremento en todo mi cuerpo. Mi pierna derecha brincaba como si un infante estuviera jugando al caballito.
Recuerdo una sensación de hiperactividad, que de por si me caracteriza, además de mucha felicidad.
La verdad es que esta adicción a la cafeína no me atrapó si no hasta la universidad, recuerdo mucho a Mora, un compañero que me decía que la mejor receta para echar el cake, era un latte, la combinación entre café y leche retorcía el estómago y te hacía vaciar el intestino. Recuerdo mi primer compra de café, siendo un experimento para poder ir a echar el cake jaja.
Después de esa compra, estuve más receptivo en clase, como en esos entonces despertaba a las pinches 5 am, siendo las 10 am, ya llevaba 5 horas despierto y el tomar café se convirtió en una rutina, que poco a poco se convirtió en una adicción.
Compraba el café más barato, de la maquinita que te lo vendía en 5 pesos (por que soy bien codo), y que más que café, era azúcar o endulzante sabor vainilla y encima le echaba chochitos de chocolate, que regalaba la persona que tenía la maquinita (#gratismai)
Poco a poco quise aprender más de café y recuerdo a mi prima Mariana que tenía en su departamento su Moka Bialetti, me dijo que el café y ella eran uno mismo y que sin café la vida no era lo mismo. Ahora que lo pienso, qué sabias palabras me dijo.
Experimenté con café espresso, con la marca Garatt que ella mismo me recomendó. Qué barbaridad, mi familia se hizo adicta y hemos adquirido más de 5 cafeteras Moka Bialetti: hasta unas piratas del bazarik algo así.
Poco a poco seguí experimentando con diversos cafés, leí sobre los aromas y quise entrar a un curso de barista (algo que no hice y de lo que estoy arrepentido), y poco a poco haciéndome más mamón, para tomarlo, empecé primero sin leche, después sin agua y al último comencé a tomarlo sin azúcar, pues los expertos del café insisten en que tomar un buen cafe con endulzante es como echarle coca al coñac.
Pero también me di cuenta de que hay gente a la que le gusta el coñac con coca, y regresé a tomar café con azúcar (Splenda). Me compré mi primer y única compra al día de hoy de una cafetera que genera 5 bares de presión y la usaba con un espumador de leche, recuerdo que aumenté como 7 kg algo así, de tomar todos los días café con leche espumada.
La verdad es que hoy comencé a escribir esta inspiración del café y siendo las casi 9 pm, ya se me acabó el encanto de la cafeína en el cuerpo y hablar de café sin cafeína es como hablar de ir a la playa una vez habiendo regresado, el encanto se pierde. Mañana vuelvo a tomar más droga.
Mi resumen es:
Hablar de cafe, es hablar de amor y felicidad.
Esta es la Moka Bialetti
No me gusta el café, pero disfruté tu descripción y felicidad!! :)
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